has dicho.
Sin embargo,
es azul el cristal de tu mirada
y te amanece fresca el agua del corazón,
quitas fácil el hollín que pone el hombre sobre las cosas
y entiendes en tu propio dolor al mundo.
Porque ya sabes
que sobre todos los ojos de la tierra
algún día, sin remedio, llueve.
Enriqueta Ochoa